A finales de la década de los sesenta, se formaron en Noruega varios consorcios de armadores con objeto de construir y explotar buques de crucero. Uno de ellos fue Royal Viking Line (RVL) constituido por los armadores Det Bergenske Dampskibsselskab, Nordenfjeldske D/S y AF Klaveness. Royal Viking Line se organizó como el Hurtigruten: cada armador del consorcio construiría un buque de los tres que tendría la flota. Por tanto, cada naviera firmó un contrato de construcción por un buque de 21.500 trb, al precio de 23, 4 millones de dólares, con el astillero fines Wartsila.