La madrugada del día 8 de noviembre de 1896, las templadas aguas del río Guadalquivir se tiñeron de tragedia en una fría noche de invierno. Dos buques, un mercante y un vaporcito, habían chocado y la gran mayoría de los hombres que se encontraban en el más pequeño de los dos perdieron la vida en el accidente. Sevilla se convirtió en una ciudad de luto.